EL JILGUERO: Emotivo momento cuando Plinio Matos Moquete llegó a Tamayo
POR SANTOS SALVADOR CUEVAS
Por Ecos del Sur
Con la Amnistía General para los exiliados y los presos políticos, decretada por el presidente Don Antonio Guzman Fernabdez, a su llegada al Gobierno el 16 de agosto de 1978, en la sociedad dominicana se daba inicio a una etapa de amplias libertades públicas, no sólo por que se dejaba atrás una era macabra de represión y muerte conocida como Los 12 Años de Balaguer, sino también por lo sensible de ver abrirse las prisiones del pais, como la victoria y otras tantas, y ver en libertad a cientos de jóvenes que se pudrian en los calabozos del tirano, y ser testigos del retorno a la patria que le vio nacer a decenas de militantes revolucionarios que deambulaban por playas extranjeras.
Para el tamayero, su referente más sentido, sinónimo de admiración y orgullo también, lo fue el combatiente revolucionario Plinio Matos Moquete, nativo de este municipio que se ubica al sur del mapa dominicano.
Plinio ya tenia escrita en los anales de la resistencia nacional todo un nombre, que lo retrataba como una leyenda, por su gran valor, su arrojo y la resolucion como se la jugaron para desafiar aquella etapa de terror que pesaba sobre la nación entera.
Por ello, inmensa fue la alegría que embargó a los tamayeros cuando corrió la noticia de que Plinio Matos Moquete había recobrado la libertad, era como pensar que aquél joven valiente, más que escapar de la prision, se le había escapado a la misma muerte que innumeras veces le merodeaba y hacía compañía.
Tan pronto fue liberado, se inició en Tamayo una especie de grito municipal o colectivo, para que su héroe le sea traído; el clamor corría de boca en boca, de hogar en hogar, hasta que entre esos meses de septiembre y octubre de 1978, ese clamor municipal se hizo realidad.
Yo era un adolescente aún, pero hasta en los corazones de los niños tamayeros palpitaba la admiración y el respeto hacia Plinio Matos Moquete.
Recuerdo como ahora, que aquél día Plinio llegó a Tamayo mucho antes de la hora prevista para el acto publico, y se le mantuvo " en secreto" dentro de un hogar a la entrada de la ciudad.
La comunidad de Tamayo, ese día germinaba, estaba en ebullición, cientos de jovenes, niños, ancianos, hombres y mujeres del pueblo, coparon la calle principal, para ser testigos oculares de aquél momento histórico en que Plinio Matos Moquete llegaba en libertad a su tierra amada.
Cuando pasó frente a mi casa, el hogar de mi abuela Angélica Jimenez, recuerdo que yo de calzado portaba una chancletas o calizos, las calles entonces estaban pedregosas y, no había avanzado tanto junto a la multitud, cuando sentí que una de aquellas piedras me arrancaba una uña, lo que no impidió que continuara el avance hasta situarnos frente a la emplenada del ayuntamiento municipal, en donde pudimos calmar el hambre de todo el pueblo al poder observar aquél hombre de leyenda nacional: Plinio Matos Moquete, lucía frágil, como desorientado, afectado tal vez por los rigores de los azotes y las torturas de que fuera víctima.
Al pasar el tiempo pude verlo en dos ocasiones, en los rezos doña Teresa Reyes, la mamá de Esperanza - Perán- Reyes, esposa don Fabián Matos (en Paz Descanse), papá de Plinio Matos, en el barrio Alto de las Flores, luego en los rezos del Prof. Hector Reyes, hijo de Perán, allá en el barrio Hato Nuevo.
Mi madre, Maura Jimenez, que acaba de fallecer hace apenas dias, siempre que dialogada con plinio durante estos eventos sociales, me decia que Plinio le preguntaba por mi, que tenía referencia nuestra; de todas maneras, esto lo escribimos sólo con el ánimo de expresar nuestra admiración y respeto por este hombre que se la jugó en aras de las libertades públicas.
Plinio Matos Moquete es un orgullo nacional.
..[Ecos]
Por Ecos del Sur
Con la Amnistía General para los exiliados y los presos políticos, decretada por el presidente Don Antonio Guzman Fernabdez, a su llegada al Gobierno el 16 de agosto de 1978, en la sociedad dominicana se daba inicio a una etapa de amplias libertades públicas, no sólo por que se dejaba atrás una era macabra de represión y muerte conocida como Los 12 Años de Balaguer, sino también por lo sensible de ver abrirse las prisiones del pais, como la victoria y otras tantas, y ver en libertad a cientos de jóvenes que se pudrian en los calabozos del tirano, y ser testigos del retorno a la patria que le vio nacer a decenas de militantes revolucionarios que deambulaban por playas extranjeras.
Para el tamayero, su referente más sentido, sinónimo de admiración y orgullo también, lo fue el combatiente revolucionario Plinio Matos Moquete, nativo de este municipio que se ubica al sur del mapa dominicano.
Plinio ya tenia escrita en los anales de la resistencia nacional todo un nombre, que lo retrataba como una leyenda, por su gran valor, su arrojo y la resolucion como se la jugaron para desafiar aquella etapa de terror que pesaba sobre la nación entera.
Por ello, inmensa fue la alegría que embargó a los tamayeros cuando corrió la noticia de que Plinio Matos Moquete había recobrado la libertad, era como pensar que aquél joven valiente, más que escapar de la prision, se le había escapado a la misma muerte que innumeras veces le merodeaba y hacía compañía.
Tan pronto fue liberado, se inició en Tamayo una especie de grito municipal o colectivo, para que su héroe le sea traído; el clamor corría de boca en boca, de hogar en hogar, hasta que entre esos meses de septiembre y octubre de 1978, ese clamor municipal se hizo realidad.
Yo era un adolescente aún, pero hasta en los corazones de los niños tamayeros palpitaba la admiración y el respeto hacia Plinio Matos Moquete.
Recuerdo como ahora, que aquél día Plinio llegó a Tamayo mucho antes de la hora prevista para el acto publico, y se le mantuvo " en secreto" dentro de un hogar a la entrada de la ciudad.
La comunidad de Tamayo, ese día germinaba, estaba en ebullición, cientos de jovenes, niños, ancianos, hombres y mujeres del pueblo, coparon la calle principal, para ser testigos oculares de aquél momento histórico en que Plinio Matos Moquete llegaba en libertad a su tierra amada.
Cuando pasó frente a mi casa, el hogar de mi abuela Angélica Jimenez, recuerdo que yo de calzado portaba una chancletas o calizos, las calles entonces estaban pedregosas y, no había avanzado tanto junto a la multitud, cuando sentí que una de aquellas piedras me arrancaba una uña, lo que no impidió que continuara el avance hasta situarnos frente a la emplenada del ayuntamiento municipal, en donde pudimos calmar el hambre de todo el pueblo al poder observar aquél hombre de leyenda nacional: Plinio Matos Moquete, lucía frágil, como desorientado, afectado tal vez por los rigores de los azotes y las torturas de que fuera víctima.
Al pasar el tiempo pude verlo en dos ocasiones, en los rezos doña Teresa Reyes, la mamá de Esperanza - Perán- Reyes, esposa don Fabián Matos (en Paz Descanse), papá de Plinio Matos, en el barrio Alto de las Flores, luego en los rezos del Prof. Hector Reyes, hijo de Perán, allá en el barrio Hato Nuevo.
Mi madre, Maura Jimenez, que acaba de fallecer hace apenas dias, siempre que dialogada con plinio durante estos eventos sociales, me decia que Plinio le preguntaba por mi, que tenía referencia nuestra; de todas maneras, esto lo escribimos sólo con el ánimo de expresar nuestra admiración y respeto por este hombre que se la jugó en aras de las libertades públicas.
Plinio Matos Moquete es un orgullo nacional.
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